jueves, 8 de mayo de 2014

UNA PERSONA BUENA EN EL MEJOR SENTIDO DE LA PALABRA, CORROBORANDO CON SUS BUENAS OBRAS LA BONDAD DE SU CORAZÓN.


El pasado mes de abril pudo celebrarse finalmente y tras haber sido postergado por motivos de salud, el merecido homenaje que  CECE Andalucía ha querido dedicar al que ha sido miembro de la Junta Directiva de CECE Granada desde que ésta naciera como rama provincial hasta la fecha, Andrés López Osuna, Director General de las Escuelas del Ave María.

En esta ocasión el orden del día de la reunión distaba mucho de los tradicionales quebraderos de cabeza: estudio e interpretación de la legislación vigente en materia educativa, búsqueda de soluciones y estrategias para la lucha incansable por los derechos de la enseñanza concertada, entre otras muchas tareas.

 En este encuentro, sólo había un punto a tratar, el reconocimiento generalizado a la persona de Andrés, por su dedicación en alma y cuerpo a la enseñanza, a la educación, al Ave María y a la CECE, por su entrega, por su ejemplo… pero dejemos que sean las palabras que el padre Alfredo Arce Medina  le dedicó al homenajeado las que nos permitan ser testigos y partícipes, una  vez más, del cariño y admiración que desde siempre viene cosechando este avemariano, como fruto de su acertada e intachable labor.

“¿Que cómo es Andrés?

Una persona ponderada, dotada de gran inteligencia y un corazón que no le va a la zaga. Una persona fiel. Fiel en sus convicciones, fiel a su mujer, a su familia, al Ave María, a la CECE. No es ambicioso, ni torcido, ni trepa. Siempre fiel y no siempre comprendido, reconocido, ni valorado.

Es una persona veraz, que no engaña, que no cambia de chaqueta, que no dice, como los sofistas, lo que es políticamente correcto aunque sea mentira. Dice la verdad sin complejos ni rebajas. Una persona con altura de miras, no es yoyoista, ni es el caso dativo: a,  o para mí, me; que no va a lo suyo, independientemente de los demás. Generoso en dar su tiempo, trabajo y coche. Una persona valiente que defiende lo que es justo sin miedos y bravatas. ¡Daba gusto verle en las reuniones de Conciertos en Granada y Sevilla defendiendo con argumentos lo que negaban por imperativo legal!

Como decía el poeta, una persona buena en el mejor sentido de la palabra, corroborando con sus buenas obras la bondad de su corazón.”

Un emocionado Andrés, con voz temblorosa y lágrimas en los ojos,  respondía a estas elogiosas y merecidas palabras de su compañero y amigo Alfredo, lo hacía profundamente agradecido y  humildemente, como él es, ¡Bien lo sabemos los que lo conocemos!

 Tras sinceros agradecimientos a los compañeros y equipos directivos de CECE, entre ellos  al padre Alfredo, a Antonio Martín Boraita, presidente de CECE Andalucía,  Joaquín Martínez, Presidente de CECE Granada, Antonio Rodríguez-Campra, presidente nacional de CECE,  Andrés resumió escuetamente su trayectoria en el sindicato, los cambios acaecidos en las relaciones con otras patronales y finalizó alentando a los allí presentes a continuar trabajando unidos por el bien de la enseñanza concertada y de la educación en general.

Leamos sus palabras:
“En aquellos primeros momentos yo destacaría la gran unidad existente entre todos los centros, religiosos y seglares. FERE Y CECE nos reuníamos en la misma sesión y todos participábamos en el debate e información de los temas a tratar. Después vino la triste ruptura con la creación de Educación y Gestión. Nos hizo daño y la unión se resquebrajó. Yo os pido a todos los miembros de CECE que procuréis marchar lo más unidos posible a las otras patronales, dado que los objetivos son los mismos y también los mismos frentes, la Administración y Sindicatos; conciertos educativos y convenios colectivos han sido y siguen siendo dos campos de batalla y dos fuentes de conflictos que siempre nos han acompañado”.

Tras esta reflexión será  Andrés quien emocione a los oyentes finalizando, con la voz entrecortada, con unas palabras  que, lejos de ser una fría despedida, testimonian, como lo viene haciendo su ejemplo en todos estos años, que la labor de Andrés en el Ave María y en la enseñanza no finaliza tras una jubilación, sino que su alma, su mente, su espíritu, su esfuerzo seguirán siempre, hasta el último de sus días, a servicio de su obra más querida: el Ave María.

Así, dijo:

“En este momento final de mi intervención quiero citar unas palabras que Don Andrés Manjón, fundador de las Escuelas del Ave María, dejó escritas en su diario con motivo del día en que lo jubilaron como catedrático de la Universidad de Granada: “Hoy han dado muerte civil a un maestro del Ave María”. Pero él continuó su trabajo y dedicación a la educación de sus niños en las escuelas del Ave María hasta el final de sus días. Yo, salvando la enorme distancia que me separa del santo fundador, quisiera seguir poniendo mi granito de arena en la labor educativa del Ave María y sabed que estoy a disposición de CECE en lo que pueda colaborar en la defensa de la libertad de enseñanza.
Reitero: ¡muchas gracias a todos!”.

De Andrés López, podemos concluir que reúne indudablemente y sin tacha alguna  las cualidades que el fundador Don Andrés  Manjón atribuyó a un buen maestro avemariano:

«…Mira qué eres o debes ser.
Educador de almas, que es el más grande de los ministerios cerca del hombre.
Formador de hombres, que han de ser base de buenas familias y pueblos.
Misionero pedagógico, que con el saber y la piedad conquista los pueblos, con la luz alumbra inteligencias y con el fuego enardece corazones.
…El modelo del bien decir, del bien pensar y del bien obrar.
El mentor y guía de la juventud que se te confía y la fuente exuberante de la cultura para tus alumnos.
El escultor de hombres, de ciudadanos honrados…»


                    Andrés Manjón, El maestro mirando hacia dentro


                                                                                              Marta López Rodríguez



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martes, 4 de marzo de 2014

ANDRÉS LÓPEZ OSUNA “MAESTRO” Y “DEFENSOR” DE LA LIBERTAD


D. Andrés López Osuna, deja la Presidencia de CECE-Granada. De la labor de «Don Andrés» (como todos lo conocen) en el Ave María y en la CECE, nadie ignora su dedicación en cuerpo y alma, su firme convicción en los ideales “manjonianos”, y su lucha incansable por llevar a buen puerto esa gran obra, librando batallas, derrotando a gigantes, superando tempestades más allá del peso de los años y de los envites a su salud.

En el Ave María ha desempeñado todas las responsabi-lidades: educador, administrador, profesor, director y Director General de las Escuelas. Como Presidente Provincial de CECE y Vicepresidente de CECE-Andalucía, ha mantenido una lucha incansable en defensa de los derechos de la enseñanza concertada y de sus trabajadores.

De él no solo destacamos su profunda humanidad y su amabilidad, si no su honradez, su inteligencia, su espíritu cristiano, su sencillez, su generosidad.


Texto y foto: Noticias nº 4 (Febrero 2014). CECE Andalucía. Federación andaluza de centros de enseñanza privada.


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martes, 18 de febrero de 2014

I CARRERA SOLIDARIA ANDRÉS MANJÓN

El 30 de marzo de 2014 se realizará la primera Carrera Solidaria Andrés Manjón en la ciudad de Granada.

Esta carrera tiene carácter popular está abierta a todo el mundo y nace para perdurar en el tiempo. Cuenta con tres objetivos principales:
  • Promocionar el deporte en la ciudad de Granada y particularmente en los alumnos y alumnas de la institución, a través de un bello recorrido a los pies de la Alhambra.
  • Rememorar la memoria del fundador de las escuelas del Ave María, el Padre Manjón.
  • Destinar los beneficios de la misma al “Fondo Solidario Avemariano”, para niños y niñas que tienen dificultades económicas para continuar sus estudios.
Cuenta con 8 circuitos diferentes y categorías para todas las edades a partir de 3 años.

¡PARTICIPA! ¡OS ESPERAMOS!


Tenéis más información en los siguientes enlaces:

https://www.facebook.com/CarreraAndresManjon

https://twitter.com/CarreraAManjon

http://www.amgr.es/portal/index.php




 




 

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lunes, 27 de enero de 2014

jueves, 23 de enero de 2014

MAESTROS/AS A ESTUDIAR LO QUE TENEMOS ENTRE MANOS!!!

http://www.ligaeducacion.org/publicaciones-investigaciones.php


Estilos familiares en la formación de adolescentes en España

Autoras: ERESTA PLASÍN, MARÍA JESÚS; DELPINO GOICOCHEA, MARÍA ANTONIETA
Páginas: 60
Edición: Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.


Relaciones afectivas y sexualidad en la adolescencia

Autoras: ERESTA PLASÍN, MARÍA JESÚS; DELPINO GOICOCHEA, MARÍA ANTONIETA
Páginas: 56
Edición: Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.


Adolescentes de hoy: Aspiraciones y modelos

Autoras: ERESTA PLASÍN, MARÍA JESÚS; DELPINO GOICOCHEA, MARÍA ANTONIETA
Edición: Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
Páginas: 44
Edición no venal.


Conflictos en la adolescencia: Los protagonistas toman la palabra

Autoras: ERESTA PLASÍN, MARÍA JESÚS; DELPINO GOICOCHEA, MARÍA ANTONIETA
Edición: Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad.
Páginas: 44
P.V.P.:


La inserción de los adolescentes latinoamericanos en España

Autoras: ERESTA PLASÍN, MARÍA JESÚS; DELPINO GOICOCHEA, MARÍA ANTONIETA Edición: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Centro de Publicaciones.
Páginas: 180
P.V.P.:


Conflictos en la infancia, a través de las miradas de niños y niñas

Autoras: ERESTA PLASÍN, MARÍA JESÚS; DELPINO GOICOCHEA, MARÍA ANTONIETA Edición: Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
Páginas: 31
P.V.P.:


Ser Padres y Madres frente a la Sociedad Actual

VARIOS. Edición: Madrid, 2005
Páginas: 127
P.V.P.: GRATIS


miércoles, 15 de enero de 2014

La importancia de gritar

http://www.huffingtonpost.es/rachel-macy-stafford/la-importancia-de-gritar_b_4593967.html?ncid=edlinkusaolp00000009

Rachel Macy StaffordRachel Macy Stafford Maestra de educación especial y escritora


Me encantan las notitas que me escriben mis hijas, ya estén garabateadas con rotulador en un post-it o escritas con perfecta caligrafía en papel cuadriculado. Pero el poema para el Día de la Madre que mi hija mayor me escribió la pasada primavera me emocionó especialmente.
Fue la primera línea de este poema la que me dejó sin respiración un segundo antes de que las lágrimas empaparan mis mejillas.
Lo importante de mi madre es... que siempre está ahí para mí, hasta cuando me meto en líos.
Resulta que no siempre ha sido así.
En mitad de mi agitada vida diaria, llegó un punto en el que empecé a actuar de una manera muy diferente a la forma en que me había comportado hasta entonces. Me convertí en una gritona. No es que lo fuera siempre, pero llegaba a ser excesivo, como si un globo muy hinchado explotara de repente y asustara a todo el mundo de alrededor.
Pero, ¿qué hacían mis pequeñas de 3 y 6 años para que yo me pusiera así? Quizás insistían demasiado en salir corriendo a por tres collares de cuentas más y a por sus gafas de sol rosas favoritas aunque ya fuera tarde. O intentaba echarse ella misma sus cereales y vertía la caja entera por la encimera de la cocina. O se le caía al suelo y destrozaba mi bonito ángel de cristal, ese que sabía que no debía tocar. O se negaba a dormirse cuando lo único que yo necesitaba era paz y tranquilidad. O peleaban por cosas ridículas como quién era la primera en bajarse del coche o quién podía coger el trozo más grande de helado.
Sí, eran este tipo de cosas: cosas de niños, descuidos, percances y actitudes que me irritaban hasta el punto de llegar a perder el control.
Os puedo asegurar que no es fácil escribir esto. No es un periodo de mi vida que me guste recordar porque, a decir verdad, en esos momentos me odiaba mucho a mí misma. ¿En qué me había convertido? ¿Por qué tenía que gritar a esas dos criaturitas a las que quería más que a mi vida?
Os voy a contar cuál era el problema: mis distracciones.
Un uso excesivo del teléfono, demasiados compromisos, miles de notas con cosas que tenía que hacer y esa búsqueda de la perfección me consumían. Había perdido las riendas de mi vida y lo pagaba gritando a la gente a la que más quería.
Por algún lado tenía que explotar. Era inevitable. Así que estallaba de puertas para dentro, en compañía de las personas que lo eran todo para mí.
Hasta que un día ocurrió algo que me hizo cambiar.
Mi hija mayor se había subido a un taburete para coger algo de la despensa cuando sin querer tiró un paquete de arroz al suelo. A medida que un millón de granos diminutos caían al suelo como si de lluvia se tratara, los ojos de mi hija se llenaron de lágrimas. Fue ahí cuando me di cuenta de que era miedo lo que se veía en sus ojos, pues ya se había mentalizado de que le iba a caer una regañina de su madre.
Me tiene miedo, pensé. Eso fue lo más doloroso. Mi hija de 6 años teme mi reacción por su inocente error.
Llena de tristeza, me di cuenta de que no era la madre que quería para mis hijas, y de que no quería seguir siendo así el resto de mi vida.
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Unas semanas después de este episodio, comenzó mi recuperación; ese momento doloroso me animó a crear el proyecto Hands Free (manos libres) para evitar las distracciones y aprovechar lo que realmente importa. Esto fue hace tres años: tres años de desintoxicación del exceso de distracciones en mi vida... tres años para liberarme de las expectativas inalcanzables y de la obligación social que me presionaban para hacerlo todo. Desde que tengo menos distracciones internas y externas, la rabia y el estrés se han ido disipando poco a poco en mi vida. Con una carga mucho más ligera, he sido capaz de reaccionar ante los despistes de mis hijas de una manera mucho más calmada, comprensiva y razonable.
Empecé a decir cosas como: "Solo es sirope de chocolate. Lo puedes limpiar y la encimera quedará como nueva", en vez de lanzar un suspiro desesperado y una mirada asesina.
Decidí que era mejor ayudarlas a barrer los montones de cereales que cubrían el suelo en vez de lanzarles miradas de desaprobación e irritación.
Me di cuenta de que prefería ayudarla a recordar dónde había dejado sus gafas en vez de regañarla por ser tan irresponsable.
En los momentos en los que el agotamiento y las continuas exigencias se estaban llevando lo mejor de mí, me dirigía hacia el cuarto de baño, cerraba la puerta e inspiraba y espiraba recordándome a mí misma que solo eran niñas, y que los niños cometen fallos. Exactamente igual que yo.
Con el tiempo, desapareció el miedo que se instalaba en los ojos de mis hijas cuando hacían algo mal. Afortunadamente, me convertí en un refugio en mitad de los problemas, en lugar de ser el enemigo de quien había que huir a esconderse.
No estoy segura de si me habría planteado escribir sobre esta profunda transformación de no haber sido por el incidente que ocurrió cuando estaba a punto de terminar de escribir mi libro. En aquel momento, sentí que la necesidad de gritar volvía a oprimirme. Estaba acabando los últimos capítulos de mi libro cuando el ordenador se bloqueó. De repente, todos los cambios que había hecho en tres capítulos enteros desaparecieron ante de mis ojos. Atacada, me pasé unos minutos intentando recuperar la última versión del documento. Viendo que eso era imposible, intenté mirarlo en la copia de seguridad, pero descubrí que el error interno también se había producido ahí. Cuando asimilé que nunca recuperaría el trabajo que había estado haciendo en esos tres capítulos, quise ponerme a llorar. Sentía una rabia indescriptible.
Pero no pude desahogarme porque era la hora en que tenía que recoger a las niñas del colegio y llevarlas a natación. Sin perder los nervios, cerré mi portátil y me di cuenta de que había cosas mucho peores que lo que me acababa de suceder. Entonces me dije que no podía hacer absolutamente nada para solucionar el problema en ese momento.
Cuando mis hijas se subieron en el coche, inmediatamente supieron que algo iba mal. "¿Qué te pasa, Mamá?", me preguntaron al unísono al ver mi cara lívida.
Tenía ganas de chillar "¡acabo de perder un cuarto de mi libro!".
Tenía ganas de darle un puñetazo al volante porque estar ahí sentada era lo último que quería hacer en ese momento. Quería irme a casa y tratar de recomponer el libro, no llevar a las niñas a natación, escurrir bañadores mojados, cepillarles el pelo enredado, hacer la cena, lavar los platos y acostarlas.
En cambio, lo único que dije fue: "Me cuesta un poco hablar ahora. Acabo de perder una parte de mi libro. Y prefiero no hablar porque estoy muy frustrada".
"Lo sentimos mucho", dijo la mayor en nombre de las dos. Y entonces, como si supieran que necesitaba espacio, fueron todo el camino calladas. Y así siguió nuestro día. Aunque estaba más callada de lo normal, no grité e hice todo lo que pude por abstenerme de darle vueltas al tema del libro.
El día ya casi había acabado. Había metido a la pequeña en la cama y me tumbé junto a la mayor para hablar un poco como hacíamos cada noche.
"¿Crees que podrás recuperar los capítulos?", me preguntó.
Y ahí sí que empecé a llorar, no tanto por los capítulos (pues sabía que podría reescribirlos), sino para desahogarme. Estaba tan agobiada por lo de escribir y editar el libro... Había estado tan cerca del final que haber perdido esos capítulos era verdaderamente decepcionante.
Para mi sorpresa, mi hija se acercó a mí y me acarició el pelo con suavidad. Trató de tranquilizarme diciéndome cosas como: "Los ordenadores pueden llegar a ser muy frustrantes", "Si quieres, puedo echar un vistazo a la copia de seguridad" y, por último, "Mamá, tú puedes hacerlo. Eres la mejor escritora que conozco. Te ayudaré en todo lo que pueda".
En ese momento de colapso, ahí estaba ella, paciente y comprensiva, animándome cuando más destrozada estaba.
Mi hija no habría tenido esa respuesta empática si yo hubiera sido una histérica. Porque al gritar se impide la comunicación, se cortan los lazos; la gente se distancia en vez de unirse.
Lo importante es... que mi madre siempre está ahí para mí, hasta cuando me meto en líos.
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Mi hija escribió eso sobre mí, una mujer que pasó por un periodo de dificultades del que no está orgullosa, pero del que pudo aprender.
Lo importante es... que nunca es demasiado tarde para dejar de gritar.
Lo importante es... que los niños saben perdonar, especialmente si ven que la persona a la que quieren intenta cambiar.
Lo importante es... que la vida es demasiado corta como para enfadarse porque los cereales se han vertido o porque los zapatos no están bien colocados.
Lo importante es... que no importa lo que pasó ayer, pues hoy es un nuevo día. Hoy podemos elegir una respuesta más pacífica.
Y con ella, podemos enseñar a nuestros hijos a crear puentes de paz, puentes que pueden ayudarnos cuando tengamos problemas.
El libro de Rachel, 'Hands Free Mama', describe exactamente cómo la autora transformó su vida distraída, perfeccionista y agobiada en una llena de gratitud, paz y vínculos importantes.
Traducción de Marina Velasco Serrano