En esta ocasión el orden del día de la reunión distaba mucho
de los tradicionales quebraderos de cabeza: estudio e interpretación de la
legislación vigente en materia educativa, búsqueda de soluciones y estrategias
para la lucha incansable por los derechos de la enseñanza concertada, entre
otras muchas tareas.
En este encuentro,
sólo había un punto a tratar, el reconocimiento generalizado a la persona de
Andrés, por su dedicación en alma y cuerpo a la enseñanza, a la educación, al
Ave María y a la CECE, por su entrega, por su ejemplo… pero dejemos que sean
las palabras que el padre Alfredo Arce Medina
le dedicó al homenajeado las que nos permitan ser testigos y partícipes,
una vez más, del cariño y admiración que
desde siempre viene cosechando este avemariano, como fruto de su acertada e
intachable labor.
“¿Que cómo es Andrés?
Una persona ponderada, dotada de gran
inteligencia y un corazón que no le va a la zaga. Una persona fiel. Fiel en sus
convicciones, fiel a su mujer, a su familia, al Ave María, a la CECE. No es
ambicioso, ni torcido, ni trepa. Siempre fiel y no siempre comprendido,
reconocido, ni valorado.
Es una persona veraz, que no engaña, que no cambia de chaqueta, que no dice, como los sofistas, lo que es políticamente correcto aunque sea mentira. Dice la verdad sin complejos ni rebajas. Una persona con altura de miras, no es yoyoista, ni es el caso dativo: a, o para mí, me; que no va a lo suyo, independientemente de los demás. Generoso en dar su tiempo, trabajo y coche. Una persona valiente que defiende lo que es justo sin miedos y bravatas. ¡Daba gusto verle en las reuniones de Conciertos en Granada y Sevilla defendiendo con argumentos lo que negaban por imperativo legal!
Como decía el poeta, una persona
buena en el mejor sentido de la palabra, corroborando con sus buenas obras la
bondad de su corazón.”
Un emocionado Andrés, con voz temblorosa y lágrimas en los
ojos, respondía a estas elogiosas y
merecidas palabras de su compañero y amigo Alfredo, lo hacía profundamente
agradecido y humildemente, como él es,
¡Bien lo sabemos los que lo conocemos!
Tras sinceros
agradecimientos a los compañeros y equipos directivos de CECE, entre ellos al padre Alfredo, a Antonio Martín Boraita,
presidente de CECE Andalucía, Joaquín
Martínez, Presidente de CECE Granada, Antonio Rodríguez-Campra, presidente
nacional de CECE, Andrés resumió
escuetamente su trayectoria en el sindicato, los cambios acaecidos en las
relaciones con otras patronales y finalizó alentando a los allí presentes a
continuar trabajando unidos por el bien de la enseñanza concertada y de la
educación en general.
Leamos sus palabras:
“En aquellos primeros momentos yo
destacaría la gran unidad existente entre todos los centros, religiosos y
seglares. FERE Y CECE nos reuníamos en la misma sesión y todos participábamos
en el debate e información de los temas a tratar. Después vino la triste
ruptura con la creación de Educación y Gestión. Nos hizo daño y la unión se
resquebrajó. Yo os pido a todos los miembros de CECE que procuréis marchar lo
más unidos posible a las otras patronales, dado que los objetivos son los
mismos y también los mismos frentes, la Administración y Sindicatos; conciertos
educativos y convenios colectivos han sido y siguen siendo dos campos de
batalla y dos fuentes de conflictos que siempre nos han acompañado”.
Tras esta reflexión será
Andrés quien emocione a los oyentes finalizando, con la voz
entrecortada, con unas palabras que,
lejos de ser una fría despedida, testimonian, como lo viene haciendo su ejemplo
en todos estos años, que la labor de Andrés en el Ave María y en la enseñanza
no finaliza tras una jubilación, sino que su alma, su mente, su espíritu, su
esfuerzo seguirán siempre, hasta el último de sus días, a servicio de su obra
más querida: el Ave María.
Así, dijo:
“En este momento final de mi
intervención quiero citar unas palabras que Don Andrés Manjón, fundador de las
Escuelas del Ave María, dejó escritas en su diario con motivo del día en que lo
jubilaron como catedrático de la Universidad de Granada: “Hoy han dado muerte civil a un maestro del Ave María”. Pero él continuó su trabajo y
dedicación a la educación de sus niños en las escuelas del Ave María hasta el
final de sus días. Yo, salvando la enorme distancia que me separa del santo
fundador, quisiera seguir poniendo mi granito de arena en la labor educativa
del Ave María y sabed que estoy a disposición de CECE en lo que pueda colaborar
en la defensa de la libertad de enseñanza.
Reitero: ¡muchas gracias a todos!”.
De Andrés López, podemos concluir que reúne indudablemente y
sin tacha alguna las cualidades que el
fundador Don Andrés Manjón atribuyó a un
buen maestro avemariano:
«…Mira
qué eres o debes ser.
Educador
de almas, que es el más grande de los ministerios cerca
del hombre.
Formador
de hombres, que han de ser base de buenas familias y pueblos.
Misionero
pedagógico, que con el saber y la piedad conquista los pueblos, con la luz
alumbra inteligencias y con el fuego enardece corazones.
…El
modelo del bien decir, del bien pensar y del bien obrar.
El mentor
y guía de la juventud que se te confía y la fuente exuberante de la cultura
para tus alumnos.
El
escultor de hombres, de ciudadanos honrados…»
Andrés Manjón, El
maestro mirando hacia dentro
Marta
López Rodríguez
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