miércoles, 15 de junio de 2011

Year of the Rat - Badly Drawn Boy

Irkcilik

DISPONIBLE EL DOCUMENTO "EL PENSAMIENTO DE LAS ESCUELAS"

Hola a todos, hemos añadido a la página de la BIBLIOTECA ON LINE el documento en formato word de "EL PENSAMIENTO DE LAS ESCUELAS" según nuestro fundador. Lo tenéis para descarga y consulta.
 Un abrazo.



EL PENSAMIENTO DE LAS ESCUELAS
El Pensamiento del Ave-María. Colonia escolar permanente establecida en los Cármenes del Camino del Sacro-Monte de Granada  [0'9 Mb] [.doc]

"Quiero sea esta Memoria de las Escuelas del Ave-María, no sólo un resumen de todas las anteriores y la expresión del estado de la obra al presente, sino una especie de testamento en que un hombre, ya en el ocaso de la vida, deja á los que comienzan á vivir, niños y Maestros, algo de lo mucho que le enseñaron los niños. De ellos es, á ellos vuelva. Yo solo les pido que no me olviden en sus oraciones y buenas acciones; que si en vida les hice algún bien, en muerte quiero cobrárselo, y como ellos me ayuden á escalar el cielo, yo les pagaré, á fuer de agradecido, mejor, dicho, se lo pagará el Señor de vivos y muertos, que se goza y complace en oir, atender y despachar favorablemente las peticiones de los pequeñitos, á quienes con frases de sumo cariño llama las pupilas de sus ojos" Andrés Manjón.


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martes, 14 de junio de 2011

PRÓXIMA REUNIÓN

PRÓXIMA REUNIÓN ESTE MIÉRCOLES 15 JUNIO EN EL AVE MARÍA SAN ISIDRO A LAS 17:00 HORAS EN LA SALA DE PROFESORES... ANÍMATE... UN ABRAZO.

lunes, 13 de junio de 2011

NOTICIAS NÚMERO TRES



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NUEVA HERRAMIENTA DE INTERCAMBIO

Hola a todos, ponemos en marcha esta nueva herramienta de intercambio en directo, podréis ir dejando mensajes para que toda la comunidad CEPPAM los vaya viendo y pueda interactuar con ellos.

HOMBRES NUEVOS PARA UNA SOCIEDAD NUEVA - José Montero Vives

Cuando en julio de 2009 leí la encíclica Caritas in veritate (Caridad en la verdad) pensé: Esta es la solución para construir una sociedad más humana, más fraterna.  Estudié en Lovaina (Bélgica) entre 1951 a 1955 y desde que regresé a España soñé con una patria más justa, más igualitaria y con menos diferencias entre sus habitantes, y por eso he trabajado durante casi seis décadas, como educador en las Escuelas del Ave María, con la ilusión de mejorarla.

A veces, al ver los bellos documentales sobre la vida de los animales, pienso: Así vivimos los llamados seres humanos. Entre nosotros también impera la ley del más fuerte. He podido comprobar, a lo largo de mi ya prolongada vida, que el egoísmo instintivo se va desarrollando en nosotros de la manera más normal y natural.  Así lo afirmaba ya T. Hobbes: “Homo homini lupus”. La mayoría de los hombres luchan por defender lo suyo y prescinden del bien común. La educación recibida en nuestras familias y en nuestros colegios nos hace cambiar la orientación de nuestros instintos y podemos llegar a ser altruistas o egoístas, santos o malvados.

Yo he nacido en una familia cristiana y me he educado en un ambiente cristiano. Allí aprendí que la comunidad cristiana, desde los comienzos de la predicación del Evangelio, ha ido diseñando un tipo de hombre nuevo y distinto que supera, con mucho, al hombre instintivo que somos. 

A partir de esa experiencia de la Iglesia se ha ido elaborando una Doctrina Social,  desde 1891, con la publicación de la Rerum Novarum, escrita por León XIII, hasta la encíclica Caritas in veritate de Benedicto XVI. ¡Qué sociedad tan distinta de la actual se propone en esta encíclica! ¡Qué tipo de hombre tan distinto se describe en esas bellas páginas!

Unos meses después de publicarse esta encíclica yo redacté un comentario a la misma, que subtitulé Hombres nuevos para una sociedad nueva. Este documento recoge la doctrina social de la Iglesia, expuesta por los papas desde 1891 hasta el 2009. No está construida por una serie de consejos piadosos, sino por unos criterios revolucionarios, capaces de transformar radicalmente el mundo. Cuando yo escribía el comentario a esa encíclica pensaba: Aquí se describe una sociedad nueva muy diferente de la que estamos construyendo y para eso se necesitan hombres nuevos.

Desgraciadamente se nos educa, desde pequeños, para ser egoístas: se nos conceden todos los caprichos; la sociedad de consumo nos aliena con su propaganda bien estudiada, que nos atosiga cada día; se nos invita constantemente a disfrutar sin preocuparnos de las necesidades de los demás, y así nos luce el pelo. La meta es ganar mucho, sea como sea. Cuando los hombres prescinden de Dios, luchan unos contra otros.

El movimiento que ha surgido en España en nuestros días quiere construir una sociedad nueva y tenemos que felicitarnos por ello. Que se implante en el mundo una igualdad auténtica, que seamos solidarios, que no impere una economía capitalista, deben ser  las bases de nuestras relaciones.  Lo malo es que se haya comenzado tan tarde, que no hayamos descubierto antes esos principios tan elementales. Que si no nos regimos por el auténtico amor cristiano no podremos vivir en una paz definitiva, Yo felicito a estos insatisfechos y les aconsejo que lean, estudien y apliquen detenidamente el proyecto de sociedad que se describe en esa encíclica, que empieza con estas palabras: “La caridad en la verdad, de la que Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y resurrección, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad. El amor —«caritas»— es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz”.

Repito que no son consejos piadosos, sino que se habla de una caridad transformadora de la injusta realidad que estamos viviendo. Se trata del desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres. Y esto no se termina cuando cada uno encuentra un trabajo digno, sino que todos tenemos que luchar siempre  para que haya trabajo para todos y compartamos solidariamente lo que hay en el mundo entre todos los que le habitamos. Solo así seremos felices todos. Seamos sinceros y descubramos que no todos luchan por lograr esas metas.

Los días 16 y 17 de este mes de junio, se celebrará en el Vaticano, una Cumbre sobre ética y negocios, promovida por el Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz, en el que participarán los representantes de la economía y las finanzas mundiales y ofrecerán una contribución concreta  sobre las principales temáticas planteadas por la encíclica, en la que se propone una ética de las finanzas al servicio de la dignidad del hombre  y del bien común. Sus asistentes recogerán el mensaje del Pontífice planteando en los temas una conexión entre la economía que coloca en el centro al ser humano y sus necesidades, a través de una distribución de la riqueza más equitativa y de acuerdo a la justicia.

¿PROCESIONES O MANIFESTACIONES? - José Montero Vives

El lunes, día 16 de mayo de 2011, aparecía en la primea página de IDEAL, un gran titular que decía: “”Cinco mil granadinos ”indignados” exigen en la calle otra democracia”. Al día siguiente, martes 17, también a cinco columnas, se nos dice en este periódico: “El movimiento de los “indignados” logran en Granada el mayor respaldo”.
Esto me ha recordado un artículo que escribí en este diario, en los primeros días de julio de 2010 (el día 5) con idéntico título: ¿Procesiones o manifestaciones? 

Me refería entonces a una procesión nocturna que había presenciado casualmente por aquellos días. Yo pensé entonces: ¿No podríamos cambiar la orientación de nuestras procesiones? Y lo plasmé en las páginas de este periódico. A los pocos días recibí una carta de un lector en la que me decía que no escribiera más disparates. No pensé estar equivocado y he seguido insistiendo en la misma idea, aunque sin ningún resultado. Por eso, cuando los fieles están organizando alguna procesión les sugiero: ¿No podríamos sustituir las velas (que tanto ensucian las calles) por unos carteles denunciando en cada uno las innumerables injusticias y deficiencias con las que convivimos pacíficamente cada día? 

Cuado rezamos el Padrenuestro decimos ”Venga a nosotros tu Reino”, pero no nos damos cuenta de lo que pedimos, pues nada hacemos por construir ese Reino de justicia, de amor y de paz, que es el Reino de Dios.

Estos jóvenes “indignados” nos ha dado una hermosa lección, sin tirar cohetes al comienzo y al final de su manifestación, sin violencia física ni verbal, sin ofender a nadie, sin destrozar el mobiliario urbano, sin volcar los contenedores de basura; han salido  la calle para manifestar el descontento por las innumerables y enormes desigualdades que existen en nuestra sociedad, por las injusticias que reinan en nuestra ambiente social, por la falta de auténtica solidaridad. No basta con decir “ Lorca, te llevamos en el corazón”, como leíamos hace uno días en el autobús que llevaba a los campeones de la liga, sino que hay que llevarlos en la cartera, junto al corazón, y saber compartir con generosidad el dinero y nuestra vida, para que todos vivamos bien.

El año pasado yo escribía en estas mismas páginas de IDEAL: “En una de las plegarias eucarísticas pedimos con frecuencia que “sepamos discernir los signos de los tiempos”. Hace medio siglo que el Concilio Vaticano II subrayaba que tenemos que aprender a leer esos signos de nuestro mundo actual, pero muchos se resisten a ello”. En otras de las plegarias decimos (aunque parece que no nos compromete mucho): “Danos entrañas de misericordia ente toda miseria humana, inspíranos  el gesto y la palabra oportuna  frente al hermano solo y desamparado, ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se siente explotado y deprimido. Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando”.  No miremos hacia atrás y veamos cómo tenemos que resolver el futuro de tantos pobres que conviven con nosotros. 

Leamos el Evangelio en nuestros días con ojos nuevos. ¡Cómo cambiaría nuestra sociedad si todos los que organizan las procesiones se propusieran construir  un mundo de justicia, de amor y de paz! ¿No seremos capaces de construir el Reino de Dios sin tirar cohetes, sin trajes costosos, sin bandas de música, sin coronas de oro, sin incienso, sin velas? Pero con mucho amor a los hermanos. Así nos lo encargó Jesucristo.

El miércoles, día 18 de mayo, algunos periódicos y emisoras de televisión empiezan a poner en duda la limpieza de estos “indignados”, y nos sugieren que puede ser una estrategia electoral. Yo he leído el manifiesto que se ha publicado en TV y estoy de acuerdo con él. Lo que hace falta es que se cumpla tal como lo dicen. 

Mi propuesta de dar un giro copernicano a las manifestaciones cristianas va en la línea del evangelio, al estilo de lo que pretendían Juan de Dios cuando construía un hospital para los pobres o José de Calasanz cuando hacía sus escuelas para los pobres, o Andrés Manjón en los barrios pobres de Granada, o tantos otros cristianos que han servido y sirven desinteresadamente a sus hermanos, los pobres. No se buscaban ni se buscan a sí mismos. Leamos la carta encíclica Caritas in veritate (caridad en la verdad y no en la astucia) y descubriremos cuál es la actuación de los cristianos en el mundo de hoy.

EL MOVIMIENTO 15 M - José Montero Vives

Las múltiples concentraciones en las plazas públicas, a lo largo y a lo ancho de toda España, con motivo de las elecciones que se iban a celebrar en día 22 M, pusieron de manifiesto un deseo de regeneración política y de cambios en el sistema económico.

Ese descontento generalizado se ha traducido en un elevado número de votos en blanco y en votos nulos –casi un millón-  y ponen de relieve la urgencia de buscar nuevas y buenas gestiones de la crisis. Los resultados  de las elecciones piden a gritos una regeneración política y económica. Las conclusiones que ofrecen los “indignados” en sus asambleas no pueden ser menospreciadas. Aunque no estén ausentes las utopías, es necesario tenerlas en cuenta y no despreciarlas ni olvidarlas. El Evangelio contiene muchas utopías y, a lo largo de la historia,  muchos las han vivido y las siguen viviendo.

Una semana antes de las elecciones, el 15 de mayo, irrumpió en Madrid, Barcelona, Granada y otras muchas ciudades, un movimiento que se venía gestando desde finales de 2010, criticando severamente el bipartidismo, la corrupción de algunos políticos y los excesos del sistema capitalista imperante en el mundo entero. Tampoco los actuales sindicatos resuelven los problemas de los trabajadores. Otro mundo es posible, nos dicen, y llevan razón.

Yo me acerqué, con curiosidad, por la Plaza del Carmen a pedir información. Me entregaron una octavilla que expresaba así  la identidad de los descontentos: “Somos un movimiento social, espontáneo, totalmente plural, APARTlDISTA, ASINDICAL, ARRELlGIOSO y libre de banderas e insignias, pretendemos dar VOZ a las pro¬puestas ciudadanas. Es una concentración PACÍFICA que desde el día 17 de mayo lleva dialogando democrática¬mente para intentar solucionar un sistema insostenible para ciudadanos normales como nosotros”.

Me satisfizo la búsqueda de soluciones y  me pregunté: ¿Habrá aquí, entre los insatisfechos, algunos cristianos? Supe que había jóvenes de la JOC (Juventud Obrera Cristiana), miembros de la HOAC (Hermandad Obrera de la Acción Católica) y, en Madrid, militantes de CVX (Comunidades de Vida Cristiana) que pretenden crear una sociedad en la que prime el bienestar de las personas y no los intereses corporativos. Hay también algunos jóvenes de Acción Católica. La mayoría no participa por motivaciones cristianas, aunque sí están mostrando y demostrando actitudes de no-violencia, como hemos podido comprobar en las reacciones que han tenido ante la brutal violencia ejercida por la policía barcelonesa y hemos contemplado en TV.

Yo pienso que debían estar allí presentes todos los jóvenes y mayores que tienen un sentido cristiano de la vida. Por eso yo sugería, en el artículo que publicó IDEAL el día 22 de marzo, que se podrían orientar las procesiones  a mostrar las tremendas injusticias que reinan en nuestra sociedad y a sugerir soluciones que, desde el punto de vista cristiano, se pueden aportar como remedio a la falta de igualdad que existe entre los miembros de la comunidad humana. 

Hace pocos días –el 26 de este mes de mayo- el Papa Benedicto XVI, dirigiéndose  a los obispos italianos les animaba a que estimularan a los fieles laicos a  “vencer todo espíritu de cerrazón, distracción e indiferencia, y a participar en primera persona en la vida pública para construir una sociedad que respete plenamente la dignidad humana. Y añadía: “La fe, de hecho, no es alienación: son otras las experiencias que contaminan la dignidad del hombre y la  calidad de la convivencia social! En cada época histórica el encuentro con la palabra siempre nueva del Evangelio fue manantial de civilización, construyó puentes entre los pueblos y enriqueció el tejido de nuestras ciudades, expresándose en la cultura, en las artes y, no en último lugar, en las mil formas de la caridad. Con razón Italia, celebrando los ciento cincuenta años de su unidad política, puede estar orgullosa de la presencia y de la acción de la Iglesia… En esta perspectiva, la Iglesia - fuerte por una reflexión colegial y por la experiencia directa sobre el terreno - sigue ofreciendo su propia contribución a la construcción del bien común, recordando a cada uno su deber de promover y  tutelar la vida humana en todas sus fases y de sostener con los hechos la familia; esta sigue siendo, de hecho, la primera realidad en la que pueden crecer personas libres y responsables, formadas en esos valores profundos que abren a la fraternidad y que permiten afrontar también las adversidades de la vida. No en último lugar, existe hoy dificultad en acceder a un empleo pleno y digno: me uno, por ello, a cuantos piden a la política y al mundo empresarial realizar todos los esfuerzos para superar la difundida precariedad laboral, que en los jóvenes compromete la serenidad de un proyecto de vida familiar, con grave daño para un desarrollo auténtico y armonioso de la sociedad. .. Sobre este camino aseguráis un servicio religioso o eclesial, sino también social, contribuyendo a construir la ciudad del hombre.¡Por tanto, ánimo! A pesar de todas dificultades, nada es imposible para Dios, para Aquel que sigue haciendo grandes cosas  a través de cuantos, como María, saben entregarse a él con disponibilidad incondicional”. 

Colaboremos, pues, generosamente con estos jóvenes y con el Papa.


Enlaces:


jueves, 2 de junio de 2011

PREPARANDO EL NOTICIAS NÚMERO TRES: SOBRE LO QUE ES LA EDUCACIÓN:

AQUÍ OS PROPONEMOS EL TEXTO SOBRE EL QUE REFLEXIONAR Y HACER APORTES PARA LAS NOTICIAS CEPPAM NÚMERO 3.

¿QUÉ PUEDES MANDAR? LO QUE SE TE OCURRA... FRASES, TEXTOS, REFRANES, IMÁGENES, POWERPOINTS,

EL TEXTO ES SOBRE EL DISCURSO DE INAUGURACIÓN:

I. Lo que es la Pedagogía.


A la ciencia y arte de educar al hombre llamamos hoy Pedagogía; mañana se llamará quizá Antropogogía. Mucho ha ganado esta palabra en el transcurso del tiempo. Pedagogos (paidagôgos) llamaban los griegos á los esclavos que conducían los niños del amo á la escuela ó gimnasio; pedagogos dijeron los romanos á los que instruían á sus niños; pedagogos apellidaron nuestros padres á los preceptores y maestros de primeras letras; mientras hoy se llama pedagogo, no sólo al que forma la juventud, educándola física, intelectual y moralmente, sino al que estudia y trata de las materias referentes á la educación, y, como parte de ella, a la enseñanza.
Así la Pedagogía, que era simplemente el oficio de acompañar niños al gimnasio, es hoy la ciencia y arte de educar é instruir al hombre, esto es, un conjunto de principios científicos y reglas prácticas cuyo objeto final es hacer hombres cabales y completos, tal cual Dios los quiere y la sociedad los necesita.
Dificil será hallar cosa de mayor importancia que la obra magna de la educación de un hombre; ¿qué será la de todo un pueblo?


II. Lo que es la Educación.


¿Y qué es educar, ya que Pedagogía es el arte de la educación? Educar (de educere) es cultivar y desarrollar cuantos gérmenes de perfección física y espiritual ha puesto Dios en el hombre; es intentar hacer hombres perfectos con la perfección que cuadra á su doble naturaleza, espiritual y corporal, en relación con su doble destino, temporal y eterno, y en este sentido, es prestar en uno los dos más grandes servicios que pueden hacerse en la vida: el uno es á Dios, á quien servimos perfeccionando su obra predilecta, y el otro es al hombre, á quien servimos acercándole á Dios, su ideal, por medio de la perfección. Porque Dios es el Sér de las perfecciones y es ley de hijos el parecerse á sus padres, ley de raza que está aplicada al hombre en aquellas palabras de Jesucristo, Maestro de los siglos: “Sed perfectos como lo es vuestro Padre celestial”.
Siendo educar perfeccionar, menester será que la educación saque de los dones naturales el mayor partido posible, desenvolviéndolos, adornándolos, ennobleciéndolos y dirigiéndolos á los altos fines para que están ordenados, á fin de que en el hombre venzan el saber á la ignorancia, la razón á la pasión, el deber al placer, y siempre que haya conflicto entre el bien y el mal, el hombre sea hombre y no bestia.
Mirada así la educación, es un poderoso medio de redención individual y social: sana al hombre, le libra del atraso y envilecimiento, contribuye á su dicha temporal y eterna, y mediante el hombre, salva y levanta á familias y pueblos.
La educación de un pueblo da la medida de su progreso, y si queréis investigar las causas que motivan las diferencias entre pueblos bárbaros y cultos, buenos y malos, nobles y degradados, hallaréis como principal, sino única, la buena ó mala educación que han recibido.
Es, pues, la buena educación aquella margarita preciosa del Evangelio en comparación de la cual todo otro tesoro no tiene precio, es el negocio de los negocios, la mas grande obra de caridad que cabe en un corazón, el pensamiento mas hondo de política y religión que puede concebir un cerebro.
Ahora bien, si pedagogía es la ciencia de educar, y la educación vale tanto, ¿será lícito á ningún hombre culto, sacerdote ó maestro, padre de familia ó jefe de un pueblo, mirarla con indiferencia?
Visto lo que una buena educación puede hacer, veamos lo que no esta en su mano conseguir.
Puede una acertada educación pedagógica evitar el atraso, la degradación y el embrutecimiento; puede disminuir la enfermedad, la ignorancia, la inmoralidad, la pobreza y el crimen; puede perfeccionar hombres y pueblos, elevándolos paso á paso, de perfección en perfección y de progreso en progreso, hasta hacerlos dignos de sí y de sus altos destinos; lo que no puede conseguir es hacer milagros ni contradecir las leyes impuestas por Dios á la Naturaleza.
Así como no puede la educación hacer de animales hombres, tampoco le es dado hacer de mujeres varones; no puede á los ineptos darles aptitud, ni á los ignorantes repentina ciencia, ni á los incultos subitánea cultura y adelanto, ni á los enfermos degenerados cabal salud, ni á los muy envilecidos delicados y exquisitos sentimientos, ni á los seres libres absoluta bondad, no puede ni debe á seres sensibles educarlos con solas ideas, ni á seres de razón con solas artes, ni á seres de moralidad y destinos eternos como meros animales industriosos. Lo cual quiere decir que la educación, para ser tal, necesita condiciones, y si estas faltan, el hombre queda sin educar ó educado al revés, que será la mayor de sus desgracias.
Las leyes de la educación tienen por fundamento la naturaleza del educando, porque á la naturaleza no se la manda sino obedeciéndola, y así el que trata de dirigir y desenvolver al hombre, necesita estudiarle, el pedagogo debe ser antropólogo; pero como la pedagogía es ciencia y arte, el educador ha de conocer, no sólo los principios generales, sino las aplicaciones y reglas prácticas, ha de ser hombre de ideas y acción, teórico y práctico, ni ideólogo ni rutinario, sino conocedor de los métodos y muy experimentados en los procedimientos de la enseñanza. Esta experiencia no la dan los libros, sino los maestros y la práctica.
¿Ciencia y arte tan importante como la Pedagogía figurará en los planes de enseñanza? Sí, se estudia en dosis homeopáticas en las Escuelas Normales, sólo allí y por los alumnos menos aptos para entenderla, pues, por regla general, son humildes campesinos que en dos años cursan diez y seis asignaturas y, mediante diez y seis exámenes y una reválida, salen á pedagogos. Cuentan que en Alemania y otros puntos la Pedagogía se estudia en las Universidades; aquí no hemos llegado á tanto.


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