lunes, 13 de junio de 2011

HOMBRES NUEVOS PARA UNA SOCIEDAD NUEVA - José Montero Vives

Cuando en julio de 2009 leí la encíclica Caritas in veritate (Caridad en la verdad) pensé: Esta es la solución para construir una sociedad más humana, más fraterna.  Estudié en Lovaina (Bélgica) entre 1951 a 1955 y desde que regresé a España soñé con una patria más justa, más igualitaria y con menos diferencias entre sus habitantes, y por eso he trabajado durante casi seis décadas, como educador en las Escuelas del Ave María, con la ilusión de mejorarla.

A veces, al ver los bellos documentales sobre la vida de los animales, pienso: Así vivimos los llamados seres humanos. Entre nosotros también impera la ley del más fuerte. He podido comprobar, a lo largo de mi ya prolongada vida, que el egoísmo instintivo se va desarrollando en nosotros de la manera más normal y natural.  Así lo afirmaba ya T. Hobbes: “Homo homini lupus”. La mayoría de los hombres luchan por defender lo suyo y prescinden del bien común. La educación recibida en nuestras familias y en nuestros colegios nos hace cambiar la orientación de nuestros instintos y podemos llegar a ser altruistas o egoístas, santos o malvados.

Yo he nacido en una familia cristiana y me he educado en un ambiente cristiano. Allí aprendí que la comunidad cristiana, desde los comienzos de la predicación del Evangelio, ha ido diseñando un tipo de hombre nuevo y distinto que supera, con mucho, al hombre instintivo que somos. 

A partir de esa experiencia de la Iglesia se ha ido elaborando una Doctrina Social,  desde 1891, con la publicación de la Rerum Novarum, escrita por León XIII, hasta la encíclica Caritas in veritate de Benedicto XVI. ¡Qué sociedad tan distinta de la actual se propone en esta encíclica! ¡Qué tipo de hombre tan distinto se describe en esas bellas páginas!

Unos meses después de publicarse esta encíclica yo redacté un comentario a la misma, que subtitulé Hombres nuevos para una sociedad nueva. Este documento recoge la doctrina social de la Iglesia, expuesta por los papas desde 1891 hasta el 2009. No está construida por una serie de consejos piadosos, sino por unos criterios revolucionarios, capaces de transformar radicalmente el mundo. Cuando yo escribía el comentario a esa encíclica pensaba: Aquí se describe una sociedad nueva muy diferente de la que estamos construyendo y para eso se necesitan hombres nuevos.

Desgraciadamente se nos educa, desde pequeños, para ser egoístas: se nos conceden todos los caprichos; la sociedad de consumo nos aliena con su propaganda bien estudiada, que nos atosiga cada día; se nos invita constantemente a disfrutar sin preocuparnos de las necesidades de los demás, y así nos luce el pelo. La meta es ganar mucho, sea como sea. Cuando los hombres prescinden de Dios, luchan unos contra otros.

El movimiento que ha surgido en España en nuestros días quiere construir una sociedad nueva y tenemos que felicitarnos por ello. Que se implante en el mundo una igualdad auténtica, que seamos solidarios, que no impere una economía capitalista, deben ser  las bases de nuestras relaciones.  Lo malo es que se haya comenzado tan tarde, que no hayamos descubierto antes esos principios tan elementales. Que si no nos regimos por el auténtico amor cristiano no podremos vivir en una paz definitiva, Yo felicito a estos insatisfechos y les aconsejo que lean, estudien y apliquen detenidamente el proyecto de sociedad que se describe en esa encíclica, que empieza con estas palabras: “La caridad en la verdad, de la que Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y resurrección, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad. El amor —«caritas»— es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz”.

Repito que no son consejos piadosos, sino que se habla de una caridad transformadora de la injusta realidad que estamos viviendo. Se trata del desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres. Y esto no se termina cuando cada uno encuentra un trabajo digno, sino que todos tenemos que luchar siempre  para que haya trabajo para todos y compartamos solidariamente lo que hay en el mundo entre todos los que le habitamos. Solo así seremos felices todos. Seamos sinceros y descubramos que no todos luchan por lograr esas metas.

Los días 16 y 17 de este mes de junio, se celebrará en el Vaticano, una Cumbre sobre ética y negocios, promovida por el Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz, en el que participarán los representantes de la economía y las finanzas mundiales y ofrecerán una contribución concreta  sobre las principales temáticas planteadas por la encíclica, en la que se propone una ética de las finanzas al servicio de la dignidad del hombre  y del bien común. Sus asistentes recogerán el mensaje del Pontífice planteando en los temas una conexión entre la economía que coloca en el centro al ser humano y sus necesidades, a través de una distribución de la riqueza más equitativa y de acuerdo a la justicia.

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