lunes, 13 de junio de 2011

EL MOVIMIENTO 15 M - José Montero Vives

Las múltiples concentraciones en las plazas públicas, a lo largo y a lo ancho de toda España, con motivo de las elecciones que se iban a celebrar en día 22 M, pusieron de manifiesto un deseo de regeneración política y de cambios en el sistema económico.

Ese descontento generalizado se ha traducido en un elevado número de votos en blanco y en votos nulos –casi un millón-  y ponen de relieve la urgencia de buscar nuevas y buenas gestiones de la crisis. Los resultados  de las elecciones piden a gritos una regeneración política y económica. Las conclusiones que ofrecen los “indignados” en sus asambleas no pueden ser menospreciadas. Aunque no estén ausentes las utopías, es necesario tenerlas en cuenta y no despreciarlas ni olvidarlas. El Evangelio contiene muchas utopías y, a lo largo de la historia,  muchos las han vivido y las siguen viviendo.

Una semana antes de las elecciones, el 15 de mayo, irrumpió en Madrid, Barcelona, Granada y otras muchas ciudades, un movimiento que se venía gestando desde finales de 2010, criticando severamente el bipartidismo, la corrupción de algunos políticos y los excesos del sistema capitalista imperante en el mundo entero. Tampoco los actuales sindicatos resuelven los problemas de los trabajadores. Otro mundo es posible, nos dicen, y llevan razón.

Yo me acerqué, con curiosidad, por la Plaza del Carmen a pedir información. Me entregaron una octavilla que expresaba así  la identidad de los descontentos: “Somos un movimiento social, espontáneo, totalmente plural, APARTlDISTA, ASINDICAL, ARRELlGIOSO y libre de banderas e insignias, pretendemos dar VOZ a las pro¬puestas ciudadanas. Es una concentración PACÍFICA que desde el día 17 de mayo lleva dialogando democrática¬mente para intentar solucionar un sistema insostenible para ciudadanos normales como nosotros”.

Me satisfizo la búsqueda de soluciones y  me pregunté: ¿Habrá aquí, entre los insatisfechos, algunos cristianos? Supe que había jóvenes de la JOC (Juventud Obrera Cristiana), miembros de la HOAC (Hermandad Obrera de la Acción Católica) y, en Madrid, militantes de CVX (Comunidades de Vida Cristiana) que pretenden crear una sociedad en la que prime el bienestar de las personas y no los intereses corporativos. Hay también algunos jóvenes de Acción Católica. La mayoría no participa por motivaciones cristianas, aunque sí están mostrando y demostrando actitudes de no-violencia, como hemos podido comprobar en las reacciones que han tenido ante la brutal violencia ejercida por la policía barcelonesa y hemos contemplado en TV.

Yo pienso que debían estar allí presentes todos los jóvenes y mayores que tienen un sentido cristiano de la vida. Por eso yo sugería, en el artículo que publicó IDEAL el día 22 de marzo, que se podrían orientar las procesiones  a mostrar las tremendas injusticias que reinan en nuestra sociedad y a sugerir soluciones que, desde el punto de vista cristiano, se pueden aportar como remedio a la falta de igualdad que existe entre los miembros de la comunidad humana. 

Hace pocos días –el 26 de este mes de mayo- el Papa Benedicto XVI, dirigiéndose  a los obispos italianos les animaba a que estimularan a los fieles laicos a  “vencer todo espíritu de cerrazón, distracción e indiferencia, y a participar en primera persona en la vida pública para construir una sociedad que respete plenamente la dignidad humana. Y añadía: “La fe, de hecho, no es alienación: son otras las experiencias que contaminan la dignidad del hombre y la  calidad de la convivencia social! En cada época histórica el encuentro con la palabra siempre nueva del Evangelio fue manantial de civilización, construyó puentes entre los pueblos y enriqueció el tejido de nuestras ciudades, expresándose en la cultura, en las artes y, no en último lugar, en las mil formas de la caridad. Con razón Italia, celebrando los ciento cincuenta años de su unidad política, puede estar orgullosa de la presencia y de la acción de la Iglesia… En esta perspectiva, la Iglesia - fuerte por una reflexión colegial y por la experiencia directa sobre el terreno - sigue ofreciendo su propia contribución a la construcción del bien común, recordando a cada uno su deber de promover y  tutelar la vida humana en todas sus fases y de sostener con los hechos la familia; esta sigue siendo, de hecho, la primera realidad en la que pueden crecer personas libres y responsables, formadas en esos valores profundos que abren a la fraternidad y que permiten afrontar también las adversidades de la vida. No en último lugar, existe hoy dificultad en acceder a un empleo pleno y digno: me uno, por ello, a cuantos piden a la política y al mundo empresarial realizar todos los esfuerzos para superar la difundida precariedad laboral, que en los jóvenes compromete la serenidad de un proyecto de vida familiar, con grave daño para un desarrollo auténtico y armonioso de la sociedad. .. Sobre este camino aseguráis un servicio religioso o eclesial, sino también social, contribuyendo a construir la ciudad del hombre.¡Por tanto, ánimo! A pesar de todas dificultades, nada es imposible para Dios, para Aquel que sigue haciendo grandes cosas  a través de cuantos, como María, saben entregarse a él con disponibilidad incondicional”. 

Colaboremos, pues, generosamente con estos jóvenes y con el Papa.


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